El portero Elías
El portero Elías Viéndolo en la puerta de la gran imprenta donde laboraba, quién iba a imaginar lo que realmente era Elías. Dinámico a sus setenta años, con fuerza suficiente para mover la pesada puerta de metal cuando salía o entraba cada camión llevando o trayendo materiales o productos, Elías demostraba una vitalidad poco común a esa edad. Bajo, de cuerpo menudo sin ser flaco, de claros ojos azules y piel blanca, con su cabeza canosa y la sonrisa alegre, optimista y picaresca, Elías cumplía con su labor esmeradamente. En la puerta principal, siempre corría la rejilla de seguridad antes de abrir, para cerciorarse de quién llamaba a la puerta. Luego de hacer las preguntas de control y pedir la identificación necesaria, dejaba pasar a la persona y saludaba con afabilidad, fuese quien fuese, desde un sencillo operario hasta el gerente de una gran empresa. Subía y bajaba las escaleras diligente, llevando las cartas, los mensajes o lo que fuera que le solici...